Cada 31 de enero celebramos el día nacional de la juventud en la República Dominicana, en honor a San Juan Bosco, un religioso italiano que vivió en el siglo XIX. Podemos afirmar que entre todos los santos y beatos venerados por la iglesia católica, Don Bosco ocupa un lugar especial, porque fue fundador de la Orden de los Salesianos, y creó un nuevo enfoque educativo destinado a cambiar radicalmente el destino de muchos niños y jóvenes en dificultades. Fue canonizado en el año 1934 por el Papa Pío XI, y posteriormente, el Papa Juan Pablo II lo nombró “padre y maestro de la juventud, en 1988.
La sociedad dominicana, como un reconocimiento al trabajo de los salesianos, a través de los diversos proyectos dirigidos a rescatar a niños y jóvenes de las calles, ofreciéndoles nuevas oportunidades, asume esta celebración como un espacio para llamar la atención del Estado frente a las grandes necesidades que confrontan miles de jóvenes de nuestros barrios y sectores marginados. Muchos son técnicos y profesionales que deambulan por las calles sin trabajo, otros han sido arrastrados por los vicios, mientras que la gran mayoría, quiere abandonar el país en busca de cambiar sus condiciones de vida. En ese cuadro deprimente nos traspasa la noticia de la inmensa cantidad de jóvenes atrapados en las garras de la delincuencia. Es así como la población carcelaria registra unos 196 menores que siguen presos sin juicios. La mayoría de las violaciones cometidas por los menores infractores de la ley son por delitos de robo, homicidio y microtráfico. Otros aspectos que invitan a reflexionar son los nocivos antivalores que se proyectan por los medios de comunicación, incluyendo las letras inmundas de la llamada música urbana, los destapes de la moda y la pornografía disfrazada de modernidad, frente a la falta de autoridad que permite el descalabro moral de la sociedad. Así estamos celebrando el día nacional de la juventud, en un país que cuenta con un ministerio para promover políticas de desarrollo que contribuyan a elevar la estatura moral y profesional de nuestros jóvenes.
Obviamente, muchos están pendientes a los premios que se otorgan en reconocimiento al desempeño de muchos jóvenes que trascienden en diversas áreas de la vida, social, profesional y cultural. Sin embargo, más allá de lo que se está haciendo, deseamos contar con menos jóvenes desempleados, menos jóvenes delinquiendo por las calles, y menos jóvenes huyendo desesperados de las precariedades que limitan su desarrollo. Creemos en el potencial de la juventud, en su creatividad e imaginación para impulsar grandes proyectos, en el deseo que tienen de progresar y la capacidad emprendedora que les anima a luchar. Por eso, en esta fecha especial, deseamos que desde el Estado les abran las puertas de las oportunidades.