Cuando evaluamos la calidad de los maestros de antaño, solemos afirmar que asumían con pasión el rol de enseñar. Eran verdaderos orfebres que moldeaban con esmero a quienes llegaban a sus manos en busca del pan de la enseñanza. Con solo observarlos infundían respeto, admiración y cariño. Sobre todo de los alumnos que recibían los conocimientos vertidos con amor, sin descuidar la corrección dirigida a convertirlos en ciudadanos útiles, provistos de formación cívica y elevados signos de disciplina. Esos diestros artesanos de los valores, provistos de una vasta cultura, cuidaban la lectura, procuraban entregar a la sociedad un producto a la altura de las competencias requeridas. La mal formación léxica, los déficits de redacción y bajos niveles de formación cultural llevaban a preguntar, ¿ Cuál fue su profesor?
Lamentablemente, con la socorrida modernidad, el maestro modelo y paradigma de la educación básica ha quedado atrás, olvidado y relegado a una reliquia del pasado.
Ojalá que en medio de las reivindicaciones exigidas por la Asociación Dominicana de Profesores, además de las mejorías de las condiciones salariales, de más y mejores oportunidades, incluyan evaluar de manera continua el desempeño docente, comenzando por observar la forma de escribir de quienes van a las aulas a reproducir las aberraciones léxicas divorciadas del idioma de Cervantes. Si corregimos, prevenimos y cortamos esa cadena, tendremos una mejor escuela. Ese simple y sencillo aporte servirá para sanear la imagen de profesionales que no están en condiciones de redactar un párrafo por una deficiente formación pedagógica. Eso también debe estar en la agenda del Estado. Muchos de nuestros niños asumen como bueno y válido lo que su profesor le ha enseñado. Lo peor es que muchos padres dejan todo en las manos de profesores, que a su entender cuentan con los niveles de competencia. De ahí que debemos estar atentos, fungiendo como supervisores, para que mañana los hijos salgan a la sociedad convertidos en profesionales de excelencia académica. Claro está, para ello, reiteramos que muchos maestros deben ser evaluados.
Conmemoración del natalicio de Salomé Ureña: símbolo de la educación y la mujer dominicana
𝐏𝐞𝐫𝐚𝐯𝐢𝐚, 𝐑.𝐃. 𝐄𝐬𝐭𝐞 𝟐𝟏 𝐝𝐞 𝐨𝐜𝐭𝐮𝐛𝐫𝐞 𝐬𝐞 𝐜𝐨𝐧𝐦𝐞𝐦𝐨𝐫𝐚 𝐞𝐥 𝐧𝐚𝐭𝐚𝐥𝐢𝐜𝐢𝐨 𝐝𝐞 𝐒𝐚𝐥𝐨𝐦𝐞́ 𝐔𝐫𝐞𝐧̃𝐚 𝐝𝐞 𝐇𝐞𝐧𝐫𝐢́𝐪𝐮𝐞𝐳, 𝐮𝐧𝐚 𝐝𝐞 𝐥𝐚𝐬 𝐟𝐢𝐠𝐮𝐫𝐚𝐬 𝐦𝐚́𝐬 𝐞𝐦𝐛𝐥𝐞𝐦𝐚́𝐭𝐢𝐜𝐚𝐬 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐥𝐢𝐭𝐞𝐫𝐚𝐭𝐮𝐫𝐚, 𝐥𝐚