Los ayuntamientos tienen como tarea fundamental ordenar, organizar y proteger las ciudades, haciendo cumplir las normativas dispuestas para establecer las bases de una sana convivencia.
Además de garantizar el ornato y limpieza, el embellecimiento de los espacios públicos y la correcta movilidad del tránsito, sin menoscabar las políticas urbanísticas y el aspecto histórico y cultural.
Es decir, la municipalidad tiene su gobierno, y es desde los cabildos que se deben tomar las decisiones más acertadas para facilitar el desarrollo social y económico.
Le corresponde al alcalde, como ejecutivo municipal, ejecutar los planes y proyectos aprobados.
Sin embargo, hay tareas que se conciben como parte de la continuidad del Estado, que son impostergables y deben ser asumidas de inmediato, como el caso del ordenamiento del tránsito: un tema que nadie ha querido asumir con responsabilidad.
Otro que no se queda atrás, que llevamos años denunciando y nadie presta atención, es el de los mozalbetes parqueadores que han tomado el parque central como centro de sus operaciones, dando una mala imagen de lo que somos como pueblo.
Llegar al parque Marcos A. Cabral, y verlo convertido en un arrabal, frente a las narices de las autoridades, dista mucho de la imagen de ciudad que todos merecemos. Ver cómo se amontonan los cartones que son colocados en los vehículos allí estacionados nos proyectan como un mercado abandonado frente al palacio municipal y la catedral Nuestra Señora de Regla, algo que no se puede dejar pasar.
Pero así andamos, pasan los años y nos vamos acostumbrando al grotesco espectáculo.
Ni hablar de quienes se atribuyen el derecho de tomar las aceras como parqueos de vehículos, para vender sus productos y hasta para obstruir el paso peatonal con escombros y materiales de construcción que dejan tirados sin límites de tiempo.
De ahí el desafío de las autoridades municipales, especialmente del señor alcalde, ya que la ciudad aún es recuperable. Solo falta poner en práctica las medidas que norman el comportamiento de los ciudadanos.
Comencemos por adecentar la ciudad, recuperando el respeto de los espacios públicos, para devolver la imagen de ciudad limpia y organizada. Y para eso no hay que gastar un centavo.