Una de las peores señales de atraso es vivir en sectores y comunidades cuyas calles y carreteras estén sin asfalto, abandonadas y descuidadas, convertidas en pedregales de difícil acceso para peatones y conductores de vehículos que están obligados a desplazarse con grandes sacrificios, ya que sin importar las condiciones del clima, los ciudadanos confrontan el drama de sufrir las mismas calamidades. Es decir, cuando hace sol reciben los dañinos efectos del polvo, y si llueve tienen que enfrentarse al lodo que causa un sinnúmero de complicaciones, sin contar la contaminación ambiental producto del fango que se registra. Así lo están viviendo en carne viva los moradores de los sectores Los Barracones y Brisas de Guazuma Norte, cuyos moradores alegan que han sido olvidados por las presentes y pasadas autoridades. Como muestra palpable está el deterioro de sus calles, las que fueron dejadas en condiciones deplorables a pesar de las promesas de los funcionarios que aseguraban acondicionarlas durante las campañas electorales. Hoy los pobladores de esos sectores dicen estar abandonados porque sus calles se encuentran en peor estado, principalmente la que da acceso a Los Barracones de sur a norte, la que está repleta de hoyos, al igual que la vía que conduce hacia el hogar de ancianos. Y ni hablar de Brisas de Guazuma Norte, donde muy a pesar de contar con aceras y contenes, se quedaron esperando que los tomaran en cuenta, pero no fueron agraciados con el pavimento. Lo más triste es que se tratan de las vías que conducen al lugar donde se aspira construir la Ciudad Universitaria. Una obra que apunta a convertir toda el área en un lugar de referencia obligada, por donde se incrementará el flujo vehicular y abrirán sus puertas diversos negocios propios de las actividades que se generan en el entorno de estos centros educativos. Por esa razón, creemos pertinente que se lleve el programa de asfalto, no sólo para cambiar la imagen arrabalizada de los referidos sectores, sino para evitar enfermedades respiratorias y los daños a vehículos. Eso de sufrir si hay sol y si llueve es peor, es condenar a una amplia franja de la población banileja, que a pesar de sus quejas, exigen de manera pacífica, a través de las juntas de vecinos y otros mecanismos que interactúan en el barrio. Obviamente, no podemos dejarlos solos en sus reclamos, debemos unir esfuerzos y voluntades para que sean tomados en cuenta por las autoridades. Ahora que el programa de asfalto llegó a Baní, es el momento oportuno para que sus calles sean asfaltadas al igual que aquellos barrios donde las vías fueron convertidas en guayos a causa de las conexiones a las tuberías del nuevo acueducto.
Asfaltar calles y carreteras es una tarea que conduce hacia la transformación radical que deja atrás la marginación social. Es pasar del abandono al progreso, elevando las condiciones de vida de la población.
Vivir la zozobra de sufrir por el polvo cuando hay sol, y con lodazales cuando llueve, nos recuerda el dicho: “ Con candela y pulla, hasta -el enemigo- huye.
Editorial de Peravia Noticias / Viernes 30 de julio de 2021