Al cumplirse el segundo año de su mandato, el presidente Luis Abinader, se dirigió a la nación para esbozar los puntos luminosos de su gestión. En su discurso aprovechó para atacar a la oposición por las críticas vertidas con relación a la inflación de los precios de varios artículos de la canasta básica, la inseguridad ciudadana y otras problemáticas. Fue así como el mandatario expresó que “No existe una fórmula infalible para el éxito.
No la tienen, desde luego, aquellos que durante 20 años no resolvieron ninguno de los grandes problemas de nuestro país y ahora dicen tener todas las soluciones”. Así se pronunció el presidente, al tiempo de resaltar que estamos viviendo un momento complicado, donde se necesita trabajo, ideas y aportes. No palabrerías, politiquería o una mirada electoralista.
Si bien es cierto, el presidente asumió el gobierno en medio de la pandemia y asumió el reto de vacunar a la población para restaurar la salud, encontrando un país con la economía paralizada, por lo que fue necesario restaurar el trabajo y la producción.
Es decir, al conmemorarse el 159 aniversario de la Restauración de la República, desde la hidalga ciudad de Santiago de los Caballeros, el primer mandatario de la nación elevó su voz para destacar los logros obtenidos en el sector turismo, y en materia de justicia, donde a su juicio, encontró un país sometido al imperio de la impunidad y la corrupción. De ahí el llamado a una nueva restauración que se luchará con esperanza como la única arma para conquistar el futuro de la patria.
Obviamente, apreciamos a un presidente elocuente, defendiendo de manera vehemente su obra de gobierno, ponderando la inversión en la construcción de tres extensiones universitarias. La expansión más grande jamás realizada en la universidad primada de América. Aquí se trabaja en la edificación de la nuestra.
Y más allá del discurso, desprovistos del balance parcializado, podemos decir que las obras que están en ejecución en la provincia Peravia, indican que estamos a punto de dar el salto trascendente del ostracismo a la luz en materia de realizaciones.
Por esa y otras razones, reconocemos los esfuerzos del gobierno, de los funcionarios locales y de muchas autoridades que están marcando la diferencia con sus acciones.
Por eso valoramos el discurso del presidente, asumiendo que es pertinente interpretar sus buenos deseos en aras del progreso y bienestar del pueblo. Un presidente que mira hacia las provincias, que toca las fibras más íntimas de la población y baja a la base de la sociedad con un discurso esperanzador, eleva la confianza entre la población.