Aún resuena en nuestros oídos el Himno a la Verdad: una joya del buen actuar que anima a elevar como estandarte ese preciado valor que es tan difícil encontrar en quienes asumen transitar por los caminos de la política. Decir la verdad es un acto de justicia que enaltece a quienes deciden colocarse al margen de la mentira y el engaño. Es actuar con transparencia, respondiendo con estricto apego a lo que ocurre, sin tapujos ni remiendos que logren alterar la naturaleza de los hechos.
Ahora que todos hablan del sonado caso del apresamiento de César Emilio Peralta (César el Abusador), el cual se encontraba en territorio colombiano desde el 20 de agosto, después que fuera señalado por las autoridades como uno de los traficantes de drogas más importantes hacia Los Estados Unidos, viene a tirar por el suelo la versión de su reciente ingreso a Colombia, tal como fue informado por las autoridades dominicanas. Justo es reconocer que la Policía Nacional tiene bajo arresto a trece personas vinculadas a esta red de narcotráfico que operaba en diferentes países, mientras que en operativos encabezados por la Dirección Nacional de Control de Drogas y el Ministerio Público le allanaron más de veinte propiedades como centros de diversión, restaurantes, apartamentos, entre otros.
La realidad es que El Abusador no llegó a Colombia en el mes de diciembre, no salió la pasada semana por las costas de Barahona, como tampoco fue rodeado y burló ningún cerco policial, ya que el comandante de la policía colombiana, Henry Sanabria, acaba de revelar durante una entrevista que le hiciera la periodista Alicia Ortega, que El Abusador llegó en agosto y se movilizaba en vehículos blindados y en yates de lujo. El señalado capo se encuentra en poder del FBI y la DEA, según informes vertidos, y comenzó a hablar sobre los temas que interesan a las autoridades de los Estados Unidos, a donde se espera será extraditado en las próximas horas.
A todo esto es oportuno abogar porque fluya la verdad y salga a relucir todo lo relacionado con esta red de narcotráfico, pero que todo salga, para que la verdad se imponga sin ningún obstáculo, y que todo aquel que esté involucrado sea desenmascarado sin importar el estatus o nivel de compromiso social o político. Es hora de entonar el himno a la verdad.