Lo que pudimos observar en varios puntos del país -el primer día- de entrada en vigencia de las nuevas medidas que regirán hasta el 8 de febrero, nos llevan a pensar en la falta de conciencia de muchos ciudadanos que lucen desenfrenados, sin el más mínimo respeto por las normas y protocolos sanitarios.
Fueron muchos los bares y colmadones que desde tempranas horas estaban abarrotados de individuos sin distanciamientos ni mascarillas, desafiando el COVID-19.
Y es que el gobierno dispuso flexibilizar tanto los horarios como la apertura de gimnasios y centros de diversión, con la salvedad de cumplir las medidas preventivas.
Sin embargo, esta flexibilización del toque de queda se toma a pesar del aumento de los casos de infecciones en los últimos días, así como también de las muertes que se han producido a causa del coronavirus. Justo ayer se notificaron 1, 150 nuevos contagios y 15 defunciones que elevan la cifra a 2, 579 personas que perdieron la batalla frente a un enemigo peligroso que se desplaza sin rostro entre nosotros.
Ahora estamos flexibilizando con una población que muestra escasos niveles de conciencia, y con la agravante de las nuevas cepas que están apareciendo en las diversas partes del mundo.
Peor aún, no se sabe si las vacunas que se están anunciando serán capaces de combatirlas. De ahí la incertidumbre que se presenta.
Reconocemos la necesidad de reactivar la economía.
Que muchos negocios están al borde de la quiebra y que se deben crear las condiciones para abrir determinados negocios.
Pero no se pueden descuidar las medidas preventivas, ya que en la actualidad muchos países están adoptando mayores controles sanitarios mientras nosotros estamos flexibilizando.