Estamos solos, desprotegidos y sin dolientes en una ciudad atestada de delincuentes. Vivimos en el sobresalto de caer víctimas de forajidos que roban y asaltan a plena luz del día. Y a todo esto, dónde está la policía?
Según las versiones de reconocidos juristas, como el caso específico del doctor Juan Aybar, algunos miembros de la Policía local se han dedicado a “buscársela” sin guardar las apariencias. Y aunque citó nombres de oficiales involucrados en maniobras corruptas, la dirección de la comandancia regional permanece muda ante la grave denuncia. Igual acontece con el espinoso caso que se registró hace poco con la familia del profesor Eduardo Montero, a quienes agredieron en franca violación de la ley y hasta hoy no se conoce una disculpa de parte de la policía.
¿Será que es mucho pedir? Entonces, aunque estemos clamando en el desierto debemos exigir respeto y cumplimiento frente a lo que está ocurriendo. Vivimos en medio del terror por culpa de delincuentes que están azotando por los alrededores del ayuntamiento. En menos de dos meses se han robado más de 25 motores, desde los parqueos del Grupo Médico, el edificio de los bomberos y áreas vecinas.
Y lo hacen frente a todos. Sin embargo la ola de robos está precedida de la actitud permisiva, sospechosa y maliciosa de agentes de la policía local que muestran total desgano para atender los reclamos de los afectados.
Siempre presentando excusas para no investigar. Así podemos citar el caso particular del robo de una máquina utilizada por el Cuerpo de Bomberos, para socorrer a las víctimas de accidentes de tránsito. La misma fue sustraída por un individuo que fue identificado y el Ministerio Público emitió una orden de captura que fue llevada a la dirección de la policía, y hasta con el robo de una herramienta vital para el trabajo de nuestros bomberos, nunca procedieron a actuar. Entonces, qué podemos esperar…
Nos cuentan sin exagerar, que la delincuencia ha llegado al colmo de penetrar a un negocio de expendios de comida ubicado en el entorno del ayuntamiento, y han atracado a personas dentro del establecimiento.
Una verdadera barbaridad que no podemos tolerar, como tampoco podemos permitir que sigan sustrayendo motores a personas que prefieren pagar a los delincuentes para recuperarlos antes que denunciarlos. Y todo porque la policía está perdiendo credibilidad y confianza frente a la sociedad.
De ahí que debemos abogar por un cambio radical en la manera de actuar de la policía local, porque se produzca una profunda reforma policial que permita contar con agentes policiales profesionales, dispuestos y comprometidos con el combate al crimen organizado.
Ojalá que la corrupción se pueda sacar de la institución policial. Es urgente y necesario frenar la ola de robos, atracos y asaltos en esta ciudad. Por Dios, queremos vivir en paz…