La herencia del subdesarrollo parece eternizar la vieja práctica de agudizar los problemas que afectan a las comunidades para acentuar las desigualdades sociales. Así vemos como normal lo que está ocurriendo en esta ciudad, donde las autoridades al servicio del Estado han adoptado el modelo desfasado de trabajar sin planificar. Para muestra sólo hay que observar el pésimo desempeño que se advierte en la zona norte, donde es evidente la falta de coordinación entre la gestión municipal y los funcionarios del INAPA. Esa ha sido la desgracia de los comunitarios.
La realidad es palpable. Las calles de los sectores de la zona más densamente poblada de la provincia Peravia llevan años abandonadas, convertidas en guayos con sus respectivas zanjas que en temporadas de lluvias se convierten en lodazales impenetrables. Y ni hablar de la situación de peligro para los conductores con la secuela de daños para las familias que sufren las consecuencias de las imprudencias de quienes transitan arrojando lodo en las puertas de las viviendas.
La realidad es que los de arriba, los desheredados de la fortuna, los que pasan las mil y una, contemplan como en la parte baja de la ciudad se asfaltan y reasfaltan las vías, sin que alguien logre mirar hacia arriba, donde residen miles de familias que tienen derecho a una mejor vida.
En cada temporada de lluvias escuchamos la misma letanía. No se pueden transitar los sectores de la zona norte de la ciudad. Un problema que se prolonga hasta los días en que se aproximan las elecciones, donde aparecen los Chapulines con equipos y asfaltos para arrojarlos sin ningún criterio más allá de engatusar a los incautos. Ojalá que desde el ayuntamiento, desde el litoral del INAPA y de la ensarta de funcionarios que cobran en el Estado, logren desarrollar un programa de asfaltado en los sectores marginados del municipio. Ya estamos cansados de lo mismo. Llevamos más de 30 años observando una ausencia de gerencia institucional, donde el gobierno local es quien paga las consecuencias de las ineficiencias de otras entidades gubernamentales. Es cierto que los trabajos en las redes de distribución de agua potable, así como también de la instalación del Sistema cloacal son de la responsabilidad exclusiva de compañías que operan bajo contrato, pero eso no exime a las instituciones del Estado de velar por el cumplimiento estricto de los trabajos en los plazos y con la calidad requerida. De ahí que sigamos pendientes de lo que está ocurriendo en una zona digna de mejor suerte, porque en El Fundo, Los Barracones, El Mirador Norte y en todos los sectores donde han rajado las calles viven ciudadanos que merecen la atención del Estado dominicano.