La planificación estratégica permite establecer con claridad las acciones a desarrollar para prevenir cualquier eventualidad. Es reconocer la vulnerabilidad asumiendo poner en marcha un plan de mitigación de desastres. Es lo que resalta como elemento característico de las sociedades modernas, donde se toma en cuenta la gestión de riesgos. Obviamente, el rasgo evidente del subdesarrollo se encuentra en la falta de planificación, ausencia de programas y falta de conciencia de los ciudadanos para entender que la vida humana está por encima de las cosas materiales. Es por ello que necesitamos articular programas de orientación para crear conciencia en la población sobre la necesidad de cooperar con la limpieza de la ciudad para contar con un ambiente sano y descontaminado. Son muchos los ciudadanos que viven en condiciones vulnerables, a orillas de ríos, arroyos y cañadas, que ante el inicio de la temporada ciclónica se muestran indiferentes, como si no se enteraran del peligro al que están expuestos junto a sus familiares. Son esos los que elevan las cifras de muertes en situaciones de emergencia. Sin embargo, es preocupante la indiferencia de las autoridades que se hacen de la vista gorda cuando se van creando esos cinturones de miseria a orilla de los referidos acuíferos. Por eso la necesidad urgente de construir el muro de gaviones en las márgenes del Río Baní para evitar daños irreparables como la pérdida de cientos de seres humanos que han construido sus viviendas en espacios vulnerables. Y mientras tanto, es oportuno seguir abogando por medidas responsables frente a los asentamientos irregulares que se levantan sin que nadie se dé por enterado. Esos son los responsables de lo que está pasando en una ciudad que va creciendo sin la planificación necesaria. A ellos también hay que orientarlos para que asuman sus funciones de manera responsable.