La pregunta podrá parecer ambigua, pero cuando se trata de las cifras de muertes por accidentes, llueven las respuestas. Sin dudas, cada día se suman a la lista decenas de personas que en su mayoría pertenecen a la provincia Peravia. Así lo confirman las autoridades. Vivimos contando accidentes lamentables en la carretera Sánchez, en tramos tan conocidos que nos conmueve observar la falta de conciencia de quienes están llamados a desmontar la orgía de muertes que se registran. Ahí inicia el problema. Venimos arrastrando como cadena bochornosa, la apatía de los funcionarios estatales, que unido a factores psicosociales que padecen muchos conductores de vehículos profundizan los estragos de una pandemia que ha ocasionado más muertes que todas las enfermedades catastróficas. Y si a esto se suma la falta de educación vial, el manejo temerario, el irrespeto a las señales de tránsito y la ausencia de campañas enfocadas a crear conciencia ciudadana, entonces, que Dios nos guarde.
Baní, por desgracia, ocupa los primeros lugares en muertes por accidentes de tránsito. Y no ocurren tan solo en la carretera Sánchez. Los vemos en comunidades cercanas, como el tramo Cañafístol Las Tablas, por la carretera Baní/Matanzas y por todas partes. La forma de conducir es verdaderamente espeluznante.
Mientras tanto, en el centro de la ciudad continúan las violaciones de las señales de tránsito, el irrespeto a los semáforos, los motoristas que se rehúsan a utilizar el casco, los vehículos estacionados sobre las aceras y un largo etcétera que aterroriza a cualquiera. Son muchos los que vienen a visitarnos y se llevan la imagen de una ciudad desordenada, caótica y arrabalizada, donde las autoridades municipales desconocen que está en sus manos establecer paradas, organizar un programa de gestión vial que priorice en la necesidad de elevar la imagen de la ciudad. Ojalá que todos los ciudadanos podamos aportar en la noble tarea de recuperar la ciudad que merecemos, comenzando por el control del tránsito urbano.