REPORTAJE: Vivencias de los de la Tercera Edad
POR: Carmen Iris Sierra
Doña Rita Aurora Garcia Peguero, viuda de León, quien el 22 de mayo celebró sus 105 años, dice que llegar a esa edad es un privilegio del que pocos gozan, y tener salud y lucidez es un milagro. Aurora, a sus 105 años de edad, guarda el gozo y la alegría en su alma y lo manifiesta a través de sus aún lúcidas palabras de las cuales emana calidez y la nobleza de su corazón.
Según narra esta dama, la buena alimentación que tuvo en su niñez y juventud, la poca ingesta de alcohol, especialmente su arraigada fe en Dios y la Virgen María, han sido los factores claves para ver cumplidos sus 105 años.
Doña Aurora cuenta que en su adolescencia se alimentaba, porque su papá le llevaba a la casa mucha carne de vaca y cerdo, también leche, por lo que aseguró que creció con buena salud, aunque sostuvo que su familia siempre fue de clase media. Enfatiza que es una mujer cristiana, que todas las mañanas y antes de dormir reza el santo rosario y que ya su estado de salud no le permite caminar por lo que ya no asiste a la misa con frecuencia, hace ensalmos para sanar enfermos, y ora a cada momento, incluyendo los problemas que afectan al mundo, y comenta que quien le hace regalos recibe bendiciones de ella.
Lleva colgado un crucifijo en el cuello. “Lo mío es todo católico”, señaló. Considera que Dios y la virgen María son los que saben el tiempo que va a seguir viviendo. “Estoy en las manos del Señor”, comentó. Narró que para criar a sus hijos trabajó duro como maestra y en su tiempo libre se dedicaba a la costura por paga, porque su marido murió cuando sus hijos eran apenas unos adolescentes.
La centenaria, que en mayo cumplió su 105 años, vive en buenas condiciones en una humilde vivienda, techada de zinc, ubicada en la calle 27 de febrero del sector de Villa Majega, de la provincia Peravia, con un hijo y dos sobrinas, que viven en vivienda contigua a la de ella, más la Sra. que la acompaña para su aseo personal y la preparación de sus alimentos.
Aurora, dice que conserva muy bien el apetito de antes, y expresó que le gusta la carne de res, el queso blanco, el casabe, tomar bebidas nutritivas y otros tipos de alimentos. “A mi ninguna comida me hace daño”, refirió. Casi no se enferma, pero manifiesta que ahora sufre ciertas dolencias en las piernas, las manos y a veces la cabeza, escucha poco, y a veces le dan calambres en las manos y los pies.
Sin embargo, dice que a pesar de sus achaques de salud, suele realizar algunos pasatiempos como coser algunas ropas a mano, le gusta tomar leche y antes ofrecía servicios rezando en los novenarios de los difuntos.
Sobre su crianza, sostuvo que fue criada con respeto y con la disciplina de que, si alguien llegaba a la casa tenían que salir para no escuchar la conversación. “Teníamos mucha responsabilidad, nos criaron respetando a las personas mayores, y a no poner la mano a lo ajeno, eran delicados mis padres con sus hijos”, resaltó. La mayor preocupación de doña Aurora es que no tiene seguro médico, porque se le venció el carnet del plan subsidiado que tenía a través de su hijo, quien reside muy cercano a ella.
Aunque les han hecho gestiones de inscribirla en el seguro subsidiado no lo han logrado, a pesar de que ella tiene la cédula nueva, y el acta de nacimiento certificada y la de matrimonio. Esta centenaria mujer, que nació el 22 de mayo del 1915 en el hospital local de esta ciudad, vivió parte de su niñez en la carretera Sánchez, luego en la calle Duvergé, se casó con el señor Manengo de León, se mudó en San José del llano y luego al sector Villa Majega donde aún reside. Tuvo 3 hijos, tiene 8 nietos, 10 biznietos, y 5 tataranieto, se baña con agua tibia y jabón de castilla, le gusta vestir bonita, perfumarse y mantenerse maquillada. Doña Aurora, a pesar de que cumplió sus 105 años de vida en este mundo terrenal y ya no puede valerse por sí misma en muchas cosas, espera de la vida mucho más.