Cuando llega la época navideña, con sus luces y colores, se alegran los corazones de quienes celebran el nacimiento de Jesús, El Hijo de Dios que vino a este mundo a cargar con los pecados de la humanidad. Esa es y debe ser la esencia de La Navidad en países que dicen profesar la religión cristiana que resalta por el amor a los pobres y necesitados que viven pasando calamidades.
Es bajo esa realidad que muchos aprovechan las fiestas navideñas, para mostrar generosidad, con obsequios destinados a cubrir la falta de pan. Y llegan con fundas y canastas que son recibidas con la alegría de quien habrá de comer por el desprendimiento y solidaridad de un buen samaritano, que generalmente es un político de los que se nutren del Estado, de los que no aportan un centavo de sus bolsillos y llegan a los barrios aparentando tender la mano a los más necesitados con los flashes de las cámaras para ocupar las primeras páginas de los diarios.
Ahora que vemos los grotescos espectáculos donde políticos trasiegan las cajas navideñas del Plan Social de la Presidencia para otros empaques donde simulan que son regalos propios para hacerse simpáticos y ganar votos, sentimos que el espíritu de la Navidad está siendo desvirtuado por la voracidad y falta de respeto de muchos ciudadanos que aspiran a representarnos. Los casos que hemos visto a través de las redes sociales indican lo mal que andamos, ya que candidatos reciben miles de cajas navideñas pagadas con los recursos del pueblo y los susodichos personajes les cambian las etiquetas para donarlas a los que siguen sus proyectos como si se trataran de obsequios generosos. Y vemos camiones de cajas utilizadas en esa práctica, y vemos los presupuestos de instituciones que entran en el vendaval del derroche, gastando millones y millones de pesos en tales aberraciones, como el caso denunciado de una entidad estatal que mandó a preparar cientos de baúles y cajas navideñas por un monto superior a los 45 mil pesos cada una. Es decir, mientras a los pobres les llega una funda, a los otros, a los de mayor alcurnia hay que gratificarlos con bebidas caras y finos obsequios que hablan de las desigualdades que se acentúan con mayor fuerza en la época navideña, aunque el trasiego también recordamos que se ha realizado con las mochilas escolares, para reafirmar que muchos quieren hacer política y seguir ocupando cargos en el Estado, sin sacar un centavo de sus bolsillos..
En países donde se castiga la corrupción esto conlleva, desde luego, una sanción. Mientras tanto, que continúe el espectáculo en nuestra amada República Dominicana.