No sabemos qué hacer con el cúmulo de cenizas que se amontonan en la orilla de Punta Catalina. Estamos aquí rezando y clamando por una solución a un problema que pende sobre las cabezas de los habitantes de la provincia Peravia. Mientras tanto, en medio de la incertidumbre, nadie sabe a ciencia cierta qué dispondrá el gobierno con las montañas que cada día se hacen más grande, frente a la indiferencia de las autoridades. Ni el Comité de Lucha Contra el Cambio Climático, ni los vecinos cercanos de Nizao y Paya, como tampoco los ambientalistas que alertaron de las consecuencias del uso del carbón, han merecido una explicación. Vivimos expuestos a la contaminación. Sin ánimo de sacar conclusión sobre las denuncias de corrupción para la instalación de las llamadas plantas de la muerte. Y es que el peligro inminente que representan ha sido corroborado por instituciones internacionales. Las plantas destruyen las vías respiratorias, son lesivas al medio ambiente, acaban con la foresta y se consideran peligrosas para la vida humana. Sin embargo, a pesar de las montañas de cenizas acumuladas, ahora vendrá un barco procedente de Colombia, con 60 mil toneladas de carbón que comenzarán a ser descargadas en el muelle de Punta Catalina, según anunció el ministro de Energía y Minas. Obviamente, lo peor es que se trata del primer lote del mineral, ya que la compra total es de 300 toneladas métricas. Desde luego, desde que se pensó en ese proyecto sabíamos lo que sobrevendría a la población, aunque las autoridades y supuestos técnicos calificados trataron de convencer al pueblo de que no habría peligro de contaminación. Ahora que llegó el lobo, que nadie sabe qué hacer con las cenizas y se plantea la necesidad de cambiar la matriz de generación energética, es el momento de impulsar una campaña sin tregua para buscar la alternativa correcta, la que todos plantean. Sustituir el carbón por gas natural.
Y como es natural, eso pondrá fin al martirio de una población que ha sido doblemente estafada, engañada y sentenciada a contraer enfermedades.
Mientras se debate, aunque el tema irá para largo, sentimos que la provincia poco se beneficia de Punta Catalina, ya que persisten los apagones, no se conoce la acción directa para contribuir con la foresta asumiendo el pasivo ambiental estipulado en el contrato de construcción, como tampoco existe compensación con obras de bien social. Es tan poco lo que nos deja la gerencia de Punta Catalina, que ni siquiera patrocinan una actividad deportiva, ecológica o cultural. Es decir, esta empresa infernal, sólo aporta las cenizas para contaminar todo lo que respira.
Mientras tanto, habrá más cenizas, y eso a pocos parece importar.