Si esa es la suma que se requiere, lo más que podemos hacer es aplaudir, porque la inversión vale la pena cuando la población recibirá los frutos. Decir que la reactivación de la Zona Franca Industrial Banileja conlleva erogar 100 millones de pesos, es anunciar al pueblo que la solución está cerca, que en poco tiempo estará operando a toda capacidad para generar los empleos que demanda la provincia Peravia. El anuncio hecho por el señor Daniel Liranzo, director ejecutivo del Consejo Nacional de Zonas Francas de Exportación, más que desaliento nos llena de optimismo y esperanza, reconociendo que por más de dos décadas hemos venido abogando por el rescate de un centro fabril que llegó a aportar al país más de nueve mil empleos directos, sin contar la movilidad económica que impulsó en toda la región. Sabemos que el tema de la zona franca ha sido tomado por los políticos del patio como bandera de campaña, sin que hasta la fecha nadie se preocupara de su existencia. Claro está, salvo raras excepciones, nuestros empresarios tampoco asumieron presentar alternativas de soluciones a la crisis que por años viene afectando a ese parque industrial. Es por esa razón que las palabras del señor Liranzo nos llenan de entusiasmo, al plantear que la principal problemática para que sea atractiva para los inversionistas es el deterioro de las infraestructuras, y las vías de acceso. Es decir, que el Estado debe invertir para remodelar las naves y aprovechar el plan de asfaltado para acondicionar sus calles en el interior del parque. Justo es destacar la preocupación de nuestro senador por las precarias condiciones en que se encuentran las instalaciones de la zona franca, tras lamentar que de nueve mil empleos, hoy sólo ofrece 194, por lo que todos debemos sumarnos a luchar por su rescate.
Reconocemos las buenas intenciones del presidente de la República, Luis Abinader, quien formó una comisión especial para buscar alternativas de solución al problema de la zona franca, entendiendo la necesidad de reactivarla, adecuándola a las normas internacionales de seguridad laboral para que pueda operar con los más altos estándares de calidad. Nadie está ajeno al deterioro progresivo en el que han caído la mayoría de las naves industriales por los largos años fuera de servicio. Si para repararlas y colocarlas en condiciones óptimas sólo se requiere invertir 100 millones de pesos, entonces damos por hecho que el problema estará resuelto en poco tiempo.