Usuarios de los servicios judiciales, administrativos del Palacio de Justicia y visitantes, se muestran impotentes ante la presencia de un enfermo mental en condiciones de anti higiene extrema.
El paciente psiquiátrico todos los días penetra a la parte frontal del Palacio de Justicia con un hedor insoportable.
El pobre hombre sin dolientes y sin autoridad de salud que tenga compasión de él, apostado frente a la entrada principal del Palacio de Justicia con una discusión permanente consigo mismo y narrando historias increíbles propias de sus afecciones mentales, en modo alguno puede pasar por desapercibido, puesto que a distancia se siente el nauseabundo hedor que desprende su abandono.
Abogados, funcionarios, trabajadores y visitantes del Palacio de Justicia huyen de esta víctima de la insalubridad como “el diablo a la cruz”.
Deberían las autoridades de Salud Pública de la provincia contar con una repuesta para seres atrapados en esta condición denigrante de la dignidad humana.
Se recuerda de una campaña iniciada años atrás por estos medios de comunicación, en la que se presentaba la cantidad de enfermos mentales que deambulaban por nuestras calles, durmiendo en plazas públicas, en casas en construcción y en las aceras.
La intención de la campaña era llamar la atención de las autoridades que cobran en el departamento de salud mental, pero estas se mostraron indolentes.
Muchos de estos pacientes han muertos atropellado por vehículos en nuestras carretera, los demás siguen en nuestras vías representando inconvenientes públicos, pues alguno de ellos atacan a personas, a establecimientos comerciales y a medios de transporte.
Otros son inofensivos, como el que se ha mudado para el Palacio de Justicia, pero que por sus condiciones de abandono total y de anti higiene, se ha convertido en un peligro de contaminación ambiental.