Desde que se dio a conocer el proyecto de construcción de la termoeléctrica Punta Catalina salieron a relucir las críticas más encendidas, primero por la ubicación y posibles efectos de la contaminación para la población de la provincia Peravia. Fueron muchas las charlas y explicaciones técnicas orientadas a ganar el respaldo de los sectores de la sociedad, bajo el retorcido argumento de que las plantas con su matriz generadora de electricidad a carbón estarían controladas con un sofisticado sistema de tecnología de punta, donde las opiniones contrarias eran estigmatizadas, consideradas obsoletas, aunque fueran sostenidas por expertos. En ese juego participaron las autoridades de turno, organizando grupos de ciudadanos que salían convencidos de que Punta Catalina, una vez en servicio, más que perjuicios generaría beneficios. Hasta se llegó a decir que las cenizas serían utilizadas por las fábricas de cemento. Un cuento bien contado para estafar a los ciudadanos.
Luego surgieron otros escándalos porque la mega obra, según los informes, fue sobrevaluada en miles de millones de dólares por encima de las construidas en México y otros países del hemisferio. Y como si fuera poco también sonó el tema de los sobornos que extrañamente llevó a la cárcel a ministros y ex presidentes, pero que aquí -en nuestro país- hasta ahora el proceso sigue pendiente.
Las llamadas plantas de la muerte, las de Punta Catalina, ni siquiera han cumplido con el pasivo ambiental y comienzan a preocupar a la comunidad de Nizao, donde están con los pelos de punta por las extrañas muertes de cuatro niños que se presume son víctimas de las cenizas. Y ahora, como si se tratara de un hechizo que lleva a escándalos tras escándalos, muchos cuestionan el proceso de fideicomiso que busca poner en manos del sector privado a un bien del Estado que ha costado muy caro al pueblo dominicano. Mientras tanto, la población sólo escucha escándalos por contaminación, sobornos, cenizas, fideicomiso y corrupción, sin que se tome la decisión de cambiar la matriz de carbón a gas natural. Ojalá que el gobierno ponga los oídos en el corazón del pueblo. Sobre todo, en la provincia Peravia, cuyo territorio se encuentra afectado por unas plantas cuyas cenizas se están amontonando por toneladas sin que se conozca de un plan para eliminarla. De ahí el peligro que representan esas montañas de cenizas para nuestras familias. En otras palabras, Punta Catalina se ha convertido en un dolor de cabeza para los habitantes de la provincia Peravia.